209 - Todo lo que sube termina por bajar

Hoy Link Latte cumple 4 años. Al igual que 'Tiger King', hacer Dalgona Coffee, cantar 'Cielito Lindo' desde el balcón de tu depa de 9 millones en Santa Fe (tú sabes quién eres), desinfectar con Lysol la compra del súper, y tener fiestas de disfraces en Zoom, este newsletter nació como un proyecto de los primeros días de la pandemia, cuando los afortunados que podíamos trabajar a distancia no teníamos idea de qué hacer con nuestro privilegiado tiempo libre. Honestamente, pensé que no pasaría del segundo o tercer ejemplar—de hecho, mi correo de bienvenida todavía dice que moderes tus expectativas sobre la frecuencia.

Por eso, con mucho pesar, tengo que anunciarles que, después de 209 semanas ininterrumpidas, este será el último ejemplar de Link Latte. Al menos, de Link Latte tal como lo conocemos. Todavía no sé qué pasará con el proyecto: si optaré por envíos mucho más ocasionales, si exploraré géneros que aún no he abordado, como los playlists (si te interesa colaborar conmigo en esto, responde este email), o si, de plano, no volverás a escuchar de mí por este canal. Pero algo es seguro: el próximo martes será el primero desde noviembre de 2020 (!) en el que no recibirás una edición fresca de este newsletter en tu buzón para disfrutar con café y tu millón de pestañas abiertas en Chrome, mientras procrastinas en el trabajo.

Antes de que me preguntes: sí, estoy triste. Pero también estoy seguro.

El panorama para los medios independientes ha cambiado mucho desde el optimismo ciego de finales de 2020, cuando creíamos que la palabra escrita, Substack y las newsletters personales iban a salvar al mundo—y, de paso, las carreras periodísticas de muchos de nosotros. En pleno 2024, entrando a 2025, ¿cuál es el lugar que ocupa un pequeño semanario de enlaces interesantes? Si me preguntas, ninguno: el AI slop está en todas partes, haciendo casi imposible diferenciar un texto generado por inteligencia artificial del creado con el sudor en la frente de un escritor con deadline; el crecimiento orgánico está secuestrado por Google y su obsesión con contenido artificial regurgitado; las redes sociales están en plena decadencia, mientras el internet agoniza, con sitios como el que me dio lo mejor de mi vida ahora controlados por literales racistas con las peores intenciones, de la mano del regreso del fascismo rebrandeado como “nueva derecha.” Y eso sin mencionar la crisis climática, que hoy me permitió gozar de un día de noviembre con 35°C a las 6 de la tarde.

La intención con estas líneas no es deprimirte, aunque esas sean las reglas del juego hoy en día. La idea aquí siempre fue regalarte unos 5 a 10 minutos cada martes por la mañana con temas interesantes, investigaciones que podrían mejorar tu vida, datos o hechos poco comunes que me hacía feliz contarte —a veces una y otra vez— y mucho más. Siempre dije que Link Latte lo hacía para mí, como un ejercicio de autorrealización, pero estaba mintiendo: lo escribía cada semana pensando en sacarte una sonrisa, o al menos en distraerte de las realidades del mundo.

Sin embargo, cada vez era más difícil dedicar valiosas horas de mi semana a escribir sobre cosas que no tienen que ver con lo que estamos viviendo como seres humanos. Siento que ya no tengo las fuerzas ni para ser el portador de buenas noticias ni para continuar con la irresponsabilidad que es fomentar la idea de que hay un futuro para los medios pequeños e independientes como este. Como proyecto 100% gratuito, Link Latte no se alimentaba de tu dinero, sino de un crecimiento moderado y métricas constantes —que no siempre a la alza—, todo sostenido por la difusa promesa de un mejor mañana: cuando la gráfica de suscriptores por fin despegara, o cuando alguna de las plataformas a las que, de alguna manera, les regalo mi trabajo, reconociera que existe contenido de calidad en español. Esperar que sucedan tales cosas, desde hace un tiempo, ya no es un camino viable, ni creo que encaje con la realidad del mundo actual.

Todas esas son demasiadas palabras para decirte que creo que hay mejores formas de invertir los minutos que te pedía cada semana, y que también hay maneras más redituables de emplear mis horas de producción que escribiendo algo que, más seguido de lo que quisiera admitir, se sentía como gritarle al vacío. No es tu culpa: es una situación que tiene todo que ver con el medio, y nada con el emisor o el receptor.

De alguna forma, este proyecto seguirá; quizá en la red social que logre sobrevivir los Juegos del Hambre digitales, o tal vez aquí mismo, con un nuevo concepto que no me exija disciplina y constancia absolutas, ni te pida a ti abrir cada ejemplar sólo para hacerme sentir bien o para sentirte parte de una comunidad. Agradezco muchísimo a todos los que me acompañaron en dos plataformas durante 209 ediciones, de las cuales muchas me llenan de orgullo, y en las que exploramos un sinnúmero de temas: desde la cultura pop hasta el comercio internacional, pasando por la tecnología, la gastronomía, el turismo, la política, los memes, y lo absurdo.

También agradezco especialmente a quienes se tomaron la molestia —y el gasto— de invitarme un café o varios, primero en Buy Me A Coffee o después en Ko-fi; a los muchos que contribuyeron con takeovers, como Carlos Alonzo Correa, Lo Salgado, José Zermeño, Kena Jon, Majos Evia y, por supuesto, mi coautora y apoyo incondicional, Guille Santana; y, por último, a los cientos de ustedes que enviaron links y features que casi siempre terminaron formando parte de un ejemplar.

Pero como esto no sería Link Latte sin, pues, un link, te dejo con uno que engloba mis temas favoritos —aviones, revistas impresas, medios, marketing y viajes— y expresa todo lo que te quiero decir en esta carta pero con otras, y mejores, palabras. Nos vemos pronto; créeme que valió la pena la aventura.

Gracias por leer Link Latte durante 4 años.
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