039 - Jack Antonoff

Lee hasta abajo la versión ambient de Justin Bieber

¿Cuál es el sonido de Jack Antonoff? ¿Sintetizadores ochenteros con ganchos para dar y regalar? ¿Guitarra acústica popera sobre susurros limpios y entonados, con un ligero piano de fondo? ¿Coros gigantescos y letras íntimas? ¿Todo lo anterior?

Incluso siendo un enorme fan de la música y teniendo el oído entrenado para percibir los más ligeros detalles de una canción, ¿podrías definir a qué suena su estilo? Lo más probable es que no, pero su influencia en la industria es clara—tanto en su papel de productor, como responsable de forjar el sonido de cientos de discos de la década.

Quiera uno o no, el otrora líder de la muy divertida banda Fun—que ahora se dedica, además, a su proyecto solista Bleachers—está en todos lados, y tomó en sus propias manos redefinir el rumbo del pop. Con el tiempo, a la par de su alza en popularidad, su mayor habilidad (refinar el sonido de un artista y llevarle a los límites de su talento, al tiempo que desaparece en el fondo) pasó de ser un asset a una liability.

En los últimos 7 años, Antonoff ha pulido el sonido de Taylor Swift, St. Vincent, Lorde, Lana del Rey, Clairo, The Chicks, FKA Twigs, Carly Rae Jepsen y hasta Grimes. Y, a pesar de la sobreexposición, su sonido sigue —o seguía— tan anónimo como al principio. No así La Narrativa. De ser el ingeniero anónimo en la consola, pasó a ser el co-protagonista de los ciclos de lanzamiento de sus clientes.

Como es natural para todos los proclamados auteurs, pero en esta ocasión con un enfoque francamente sexista, los medios musicales—hambrientos de noticias para llenar blogs y tabloides, y eso sin mencionar Las Sagradas Escrituras—comenzó a añadirle equipaje al hecho de tener a Jack Antonoff detrás de la producción de un disco, y a categorizar a sus artistas como “el establo de Jack.”

Eso llevó a Lorde, a quien cubrí en Link Latte hace unas semanas, a declarar esto en torno a la creación de su nuevo álbum “Solar Power”—naturalmente producido por él:

Yet it’s in the context of Antonoff that Lorde expressed the closest thing to angst she could muster. Specifically, she took issue with a growing contingent of fans and critics who lump together the producer’s extensive work with other female pop artists — Taylor Swift, Lana Del Rey and Clairo among them — reducing Lorde to yet another mare in what she refers to, with some edge and more humor, as “Jack’s stable.”

“I haven’t made a Jack Antonoff record,” the singer said. “I’ve made a Lorde record and he’s helped me make it and very much deferred to me on production and arrangement. Jack would agree with this. To give him that amount of credit is frankly insulting.” She called the narrative — which has also included speculation about the pair’s romantic and sexual life — “retro” and “sexist.”

Lorde está harta1. Y el público también2. La industria musical alcanzó Peak Antonoff al mismo tiempo que Jack, por pura virtud de repetición, casualidad o mala fortuna, comenzaba a establecer su sonido característico—tanto así, que algunas canciones recientes producidas por él están descaradamente similares entre sí.

Habla mucho del mundo actual el hecho de que una artista no pueda ser considerada exitosa por su propio mérito, y que la gente esté obsesionada por añadir un hombre a la fórmula mágica. Pero es incluso más insultante que el hombre que eligieron para el juego sea él. Si nada en el método del productor grita protagonismo—¿por qué mencionarlo terminó siendo tan importante para la prensa como un buen single?

Sólo el tiempo dirá si regresaremos a mirar a esta época del folk-pop como la era de Jack Antonoff—así como The Neptunes y Pharrell alguna vez produjeron el 40% de las canciones #1 de los 00s y Timbaland lo mismo años después. Lo que nos queda claro hoy mismo es que Lana del Rey, Lorde y Taylor Swift conservarán su carrera de hits y encabezados, con o sin él. Y Jack, sin ellas, no estoy tan seguro.

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