026 - Mask off

Lee hasta abajo una fascinante historia de McHackers

No es un secreto que, durante esta pandemia, tanto la OMS como la CDC han hecho quizás el peor trabajo de comunicación en crisis que hemos visto y vayamos a ver durante nuestra vida.

Por esa razón, cuando la CDC decidió anunciar la semana pasada que la gente totalmente vacunada podría abandonar los cubrebocas y el distanciamiento social (sin determinar un método de supervisión que obligue a que la gente, ya sabes, diga la verdad) la respuesta fue escéptica e intranquila, cuando en un mundo ideal debió de ser celebrada con júbilo como un paso más hacia el final de esta catástrofe.

Ojo, Estados Unidos no es el centro del mundo, aunque a veces así parezca. México, Latinoamérica y grandes partes de Europa están meses (y millones) detrás del porcentaje actual de vacunación de EEUU—pero su experiencia tiene cierta utilidad en que es, invariablemente, un experimento en vivo de cómo va a reaccionar la gente ante anuncios similares en nuestros países. Y si la experiencia gringa nos dice algo, es que todo va a ser muy opaco, confuso y, más que nada, molesto.

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  • 🌬 Hace mucho que sabemos con certeza lo siguiente:

Durante meses, la investigación sobre Covid-19 ha apuntado a dos patrones alentadores. Primero, el virus subyacente que causa Covid rara vez se propaga al aire libre. En segundo lugar, y aún más importante, las personas completamente vacunadas no corren prácticamente ningún riesgo de contraer una enfermedad grave y solo tienen un riesgo minúsculo de transmitir el virus a otras personas.

Entonces, ¿por qué la CDC reaccionó hasta ahorita para cambiar sus recomendaciones? El NYT explica que fue una combinación de exceso de cautela (que a su vez se deriva de más exceso de cautela durante 2020) y de mala interpretación de evidencia científica, así como una especie de incentivo para que la gente decida vacunarse.

Hold on, we’re going home 🏚

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